Decirle sí al cambio

Decirle sí al cambio

Por Joan Borysenko, Ph.D.

Los misterios del cambio son conocidos en todas las tradiciones de sabiduría del mundo y nos proporcionan un mapa arquetípico para el crecimiento espiritual. En el libro Saying Yes to Change: Essential Wisdom for Your Journey (Decir sí al cambio: sabiduría esencial para tu viaje), mi esposo y coautor Gordon Dveirin y yo describimos las tres etapas típicas del cambio que constituyen un rito de iniciación, por ejemplo, desde la bellota hasta el roble o desde la oruga a la mariposa.

Las tres etapas de la transformación:

  1. Separación: el viaje comienza. Cuando dirigía una clínica de mente-cuerpo en un hospital universitario de la Facultad de Medicina de Harvard, a menudo los pacientes me decían que el día que les diagnosticaron cáncer o SIDA, quienes ellos creían que eran murieron. Sentían como si estuvieran cayendo en un abismo. Cuando la enfermedad, la pérdida de empleo, un desafío financiero, una traición, un divorcio o la muerte de un ser querido interrumpe nuestro mundo, nuestra identidad del ego se rompe y nos separamos de lo que era. La respuesta humana es el miedo. Sin embargo, a un nivel más profundo, un proceso espiritual ha comenzando a desarrollarse. La cáscara del ego y su forma habitual de construir el mundo se quebranta. Despojados de marcos de referencia familiares, somos invitados a comenzar el proceso ritual de transformación.
  2. Morando en el umbral: rendirse a lo desconocido. El difunto antropólogo Victor Turner, quien identificó las tres etapas de la transformación, calificó la segunda como “el tiempo entre no más y aún no”. Hemos muerto a quienes éramos pero aún no hemos renacido a lo que podemos ser. Estamos en la puerta, en el umbral de un nuevo potencial. Esto es el gran desconocido donde las pruebas se enfrentan los aliados, aparecen y se reclaman los dones de fe y entrega a una realidad divina mayor.
  3. El regreso: transformación y renacimiento. La oruga que murió en la fase de separación, y luego moró en el umbral de su crisálida, finalmente renace como una mariposa
    que puede esparcir belleza e inspiración con su presencia. Nuestra transformación espiritual implica morir al ser falso y sus miedos, apegos y necesidad de controlar. Con el renacimiento de nuestra verdadera naturaleza, o Dios mismo, nos alineamos con un Todo más grande, y verdaderamente afirmamos la libertad internar y el bienestar de todos.

La vida … es un viaje a lo desconocido donde el cambioes constante. El desafío yace en prestar  atención, sanar lo que necesita sanar y lamentar lo que hemos perdido como testimonio de lo valioso que fue. Manteniéndonos fieles a la certeza de que vivimos en una realidad espiritualmente significativa, el cambio nos llama a la confianza auténtica y a la entrega. Respondiendo a ese llamado, vivimos en paz, gozo y servicio en este mundo hermoso y santo.

Reimpreso de La Palabra Diaria                  

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